jueves, 13 de noviembre de 2014

Cuando te quedas con el uno.



Cuando te quedas solo con la anécdota, cuando te quedas con un solo acto o una sola opinión, cuando decides, que una persona no vale lo suficiente como para comprender todas sus facetas ni ponerte en su lugar. Cuando haces eso, te estás quedando con el uno y casi siempre es el uno que menos vale, la parte que menos representa a alguien, la parte que es un acto puntual y no el fruto de la constancia ni del carácter, ni de sus ideales, te quedas con el uno y desechas lo demás. Y es estúpido, es como quedarse con la rama de la fruta y tirar el resto, ¿realmente quieres hacer eso? ¿Realmente quieres reducir a una persona, a un ser humano, que siente y padece, no como tú, pero lo hace, a algo que no lo representa?

Piensa en el señor que limpia tras de ti, o en esa camarera que no te atendió tan bien esta vez porque estaba un poco despistada, aquella profesora que fue dura en exceso contigo, aquel señor cascarrabias que se queja de la juventud, se amable con ellos, porque no sabes que es el 99 por ciento de lo que pasa tras esos ojos cansados y malhumorados. Y si, puede que aunque seas amable, ellos te contesten mal, pero ten paciencia, trátales con respeto, intenta comprender que hay detrás, se que cuesta, que es más fácil colocar un objetivo despectivo. Pero no es justo, para esa persona, ni para ti, porque igual te estás perdiendo algo, algo bonito de verdad, como por ejemplo, que te saluden, que te sonrieran cuando te vean, que se fíen de ti, porque has sabido mirar más allá y has permitido así, que ellos también lo hagan.


Pero si te quedas con el uno, tú también te reduces para ellos a una anécdota mal contada, tu también serás empequeñecido y desechado en tu complejidad, se quedaran solo con tu uno y será una pena ¿verdad?