Cuando te quedas solo con la anécdota, cuando te quedas con
un solo acto o una sola opinión, cuando decides, que una persona no vale lo
suficiente como para comprender todas sus facetas ni ponerte en su lugar.
Cuando haces eso, te estás quedando con el uno y casi siempre es el uno que
menos vale, la parte que menos representa a alguien, la parte que es un acto
puntual y no el fruto de la constancia ni del carácter, ni de sus ideales, te
quedas con el uno y desechas lo demás. Y es estúpido, es como quedarse con la
rama de la fruta y tirar el resto, ¿realmente quieres hacer eso? ¿Realmente
quieres reducir a una persona, a un ser humano, que siente y padece, no como tú,
pero lo hace, a algo que no lo representa?
Piensa en el señor que limpia tras de ti, o en esa camarera
que no te atendió tan bien esta vez porque estaba un poco despistada, aquella
profesora que fue dura en exceso contigo, aquel señor cascarrabias que se queja
de la juventud, se amable con ellos, porque no sabes que es el 99 por ciento de
lo que pasa tras esos ojos cansados y malhumorados. Y si, puede que aunque seas
amable, ellos te contesten mal, pero ten paciencia, trátales con respeto,
intenta comprender que hay detrás, se que cuesta, que es más fácil colocar un objetivo
despectivo. Pero no es justo, para esa persona, ni para ti, porque igual te estás
perdiendo algo, algo bonito de verdad, como por ejemplo, que te saluden, que te
sonrieran cuando te vean, que se fíen de ti, porque has sabido mirar más allá y
has permitido así, que ellos también lo hagan.
Pero si te quedas con el uno, tú también te reduces para
ellos a una anécdota mal contada, tu también serás empequeñecido y desechado en tu
complejidad, se quedaran solo con tu uno y será una pena ¿verdad?
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