Te miro, me devuelves la mirada sin reconocerme y en el fondo aunque he vivido toda mi vida viendo tu rostro día a día, no puedo si no devolverte la mirada sin reconocerte.
Ya no eres esa mujer, eres una desconocida que habita en ese cuerpo, que me mira con miedo, a la que miro con pesar, que me dice cosas sin sentido que me asustan.
Te observo mientras rememoro todas esas anécdotas que me han contado tantas veces sobre ti, sobre mi, sobre las dos, todas esas anécdotas que no consigo recordar.
Y es que solo recuerdo algo que nunca me han contado, ese fragmente de vida que compartimos.
Aquel día cercano o pasado a la semana santa, cuando yo solo era una niña y tu seguías siendo mi abuela, que acercándote al balcón de la casa, donde florecían tulipanes y una pequeñas florecillas moradas que me fascinaban, tu dijiste que eran Campanillas de Jesús, solo eso recuerdo de lo vivido contigo.
Lo recuerdo con claridad y sin distorsión, nunca me lo han contado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta sin miedo ;)